Con esta frase abarcamos toda esa serie de acontecimientos que esperamos que no se vuelvan a repetir en la nuestras vidas, ya sean cosas que en apariencia sean buenas y traigan malas consecuencias, como las cosas malas. A lo largo de mi vida ha habido muy poquitas cosas de las que me halla arrepentido y hace poco tuve una de esas cosas que de haber sabido las consecuencias, indudablemente, no habría ocurrido.
Con un hecho espontáneo, sin beneficio alguno, y una "discusión", te ves tirado en la cama, secándote ese chorro lacrimal sin fin en la almohada (la querida almohada), pensando en lo que has hecho, pensando en lo que tenías, pensando en lo que podrías haber tenido, y desgraciadamente, pensando en lo que has perdido.
Lo que has perdido, aquello a lo que tanto quieres, a lo que tanto valoras, a lo que mantendrías cerca en tu vida pasase lo que pasase, a lo que, preguntándote una y otra vez, no sabrías darle una respuesta con las emociones que despierta en ti, pero lo que si sabes, es que lo quieres tener para tí porque el hecho de que te deje sin palabras, dice que merece la pena tenerlo.
Esos momentos en la cama, se quieren olvidar rápido, pero es imposible, cuando pierdes algo tan importante. Después de pasar el mal rato, te quedan días de fuga, de aislamiento, de soledad mental, en el que tu cuerpo está en un sitio y tu mente en otro, días en los que no te importa nada porque lo que te importaba puede ser que ya no lo tengas, días en los que prefieres que todo se acabe.
Sin más dilación te propones a olvidar esos momentos, que cada vez que los recuerdas se vuelven los ojos cristalinos, y te dispones a luchar y a seguir adelante, intentando recuperar lo perdido,lo que necesitas,lo que quieres, tu esencia, tu vida,
No hay comentarios:
Publicar un comentario